¿Alguna vez has sentido que las palabras simplemente no salen?
¿O conoces a alguien que, en ciertos contextos, parece no poder hablar, aunque físicamente todo esté bien?
Hoy te invito a explorar el mutismo selectivo desde una perspectiva poco convencional: la biodescodificación. Aquí no hablamos solo de un diagnóstico psicológico, sino de un mensaje más profundo que el cuerpo (y en este caso, la voz) intenta transmitirnos.
¿Qué es el Mutismo Selectivo?
Es una condición en la que una persona —generalmente niños— puede hablar con normalidad en algunos contextos, pero se bloquea por completo en otros. Por ejemplo, habla en casa con su familia, pero en la escuela no dice una palabra.
Desde la psicología tradicional, se considera un trastorno de ansiedad .
Desde la biodescodificación, vamos más allá.
Biodescodificación: ¿Qué hay detrás del silencio?
La biodescodificación nos invita a escuchar el síntoma como si fuera un mensaje codificado. En el caso del mutismo selectivo, no estamos simplemente ante una “dificultad para hablar”, sino ante un acto de protección inconsciente. El silencio no es casual: es una respuesta adaptativa que intenta mantener a salvo al individuo.
A continuación, exploramos las raíces más frecuentes que pueden estar detrás de este síntoma y cómo se pueden abordar:
1. Conflictos no expresados del clan familiar
El síntoma puede ser una expresión de lealtad inconsciente a historias pasadas dentro del árbol genealógico. Quizás alguien en generaciones anteriores no pudo hablar, fue censurado, castigado o ignorado por expresarse.
Ejemplo: un bisabuelo que fue encarcelado o asesinado por dar su opinión política; una abuela que nunca fue escuchada en su matrimonio.
Tratamiento posible:
- Trabajo con transgeneracional: analizar el árbol familiar y descubrir historias de silencio o censura.
- Constelaciones familiares enfocadas en liberar la carga del clan.
- Ejercicio simbólico: escribir una carta a ese ancestro silenciado, dándole voz y cerrando el ciclo.
2. Fidelidades invisibles: “Callo por amor a alguien que no pudo hablar”
Los niños, especialmente, actúan desde una profunda fidelidad inconsciente. Si hubo alguien que fue dañado por hablar, el niño puede asumir el rol protector: “Yo callo por ti, para que no te vuelva a doler”.
Ejemplo: una madre que sufrió abuso y nunca lo pudo contar. El niño, sin saberlo, adopta el silencio como forma de contención.
Tratamiento posible:
- Diálogos con el síntoma: en terapia, se puede hablar con el “silencio” como personaje.
- Ejercicio con el niño interior: dibujar o representar el silencio y permitirle “decir lo que siente” en un espacio seguro.
- Ritual de separación simbólica: “yo soy yo, tú eres tú, yo ahora elijo hablar”.
3. Mensajes heredados: “mejor no digas nada”
Muchas veces, el entorno familiar repite mensajes que inhiben la expresión libre:
👉 “No hagas preguntas”,
👉 “No digas eso delante de la gente”,
👉 “Eso no se habla en la mesa”.
Esto va instalando un programa inconsciente: hablar es peligroso, inapropiado o provoca problemas.
Tratamiento posible:
-
Identificar y reescribir creencias limitantes heredadas del sistema familiar.
-
Práctica de afirmaciones positivas: “Mi voz es segura”, “Tengo derecho a expresarme”.
-
Técnicas de PNL (Programación Neurolingüística) para crear nuevas asociaciones positivas con el acto de hablar.
4. Protección inconsciente: “Si no hablo, me protejo”
El mutismo puede ser una forma de evitar el juicio, la humillación o el peligro. Es una estrategia del inconsciente para quedar invisible, pasar desapercibido, no ser blanco de burlas o críticas.
💡 Ejemplo: un niño sensible que, al recibir burlas por su tono de voz o acento, decide inconscientemente “cerrarse”.
Tratamiento posible:
- Crear espacios seguros donde pueda expresarse sin juicio: terapia lúdica, arte, dramatización.
- Técnicas de desensibilización emocional (como EFT o tapping) ante situaciones sociales.
- Trabajo corporal: liberar tensión de garganta y diafragma a través de respiración, canto, sonido.
Reflexionemos
Te propongo un ejercicio:
Cierra los ojos un momento, respira profundo…
Ahora pregúntate:
🔸 ¿Qué partes de mí no se sienten seguras para expresarse?
🔸 ¿Hay cosas que no dije y se quedaron atrapadas en mi garganta?
🔸 ¿De quién o de qué estoy protegiendo mi voz?
Comparte en los comentarios (o en tu diario personal si prefieres):
¿Qué crees que hay detrás del silencio?
¿Es tuyo… o estás heredando un silencio ajeno?
El mutismo selectivo, desde esta mirada, no es una enfermedad, sino una forma de protección emocional. Y al comprender su mensaje, el síntoma puede transformarse.
¿Qué pasaría si hoy decides escuchar esa parte de ti que no se siente segura para hablar?😉
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