Estás en casa. Todo está en silencio. Nadie te escribe. Nadie llama. Y de pronto, ese viejo conocido aparece:
Una sensación de vacío, de inquietud... como si la soledad doliera en el cuerpo.
¿Te ha pasado?
¿Has sentido que el silencio pesa más que el ruido?
¿Qué prefieres llenar tu agenda antes que encontrarte contigo mismo?
- Desde la biodescodificación, el miedo a la soledad no es simplemente una emoción pasajera. Es una memoria inconsciente que se activa, muchas veces sin que sepamos por qué.
¿Qué hay detrás del miedo a estar solos?
Cuando éramos pequeños, la soledad podía sentirse como abandono, peligro o desprotección. No tener cerca a mamá, papá o una figura que nos contuviera podía representar, para nuestra biología, una amenaza a la supervivencia.
Así, el inconsciente guarda este mensaje:
“Estar solo es igual a estar en riesgo.”
Y aunque crecemos, una parte nuestra sigue operando con esa lógica:
evitamos el silencio, buscamos compañía incluso cuando no nos hace bien, o sentimos angustia si nadie está disponible.
Escucha tu cuerpo
Pausa un momento y responde con sinceridad:
-
¿Qué sientes cuando estás solo/a y no hay distracciones?
-
¿Qué pensamientos aparecen en ese instante?
-
¿Qué harías para evitar esa sensación?
Ahora reflexiona:
¿Esa emoción que aparece… te resulta conocida desde hace mucho tiempo?
📌 Muchas veces, no tememos estar solos hoy, sino revivir una soledad antigua. Una que quedó grabada en nuestro cuerpo emocional.
La raíz biológica
En biodescodificación, el miedo a la soledad puede tener su origen en:
-
Situaciones de separación temprana (hospitalización, viaje, divorcio, pérdida de un cuidador).
-
Etapas en las que no se recibió contacto emocional suficiente.
-
Vivencias prenatales (embarazos no deseados, amenaza de aborto, madre con depresión o estrés).
Estos eventos no necesitan ser traumáticos en sí mismos: lo importante es cómo fueron vividos emocionalmente. Para el niño, cualquier separación sin comprensión puede sentirse como abandono.
¿A qué parte de ti le da miedo estar sola?
Toma papel y lápiz, y escribe desde esa parte que teme la soledad.
“Tengo miedo de estar solo/a porque…”
“Cuando estoy solo/a, siento que…”
“Me gustaría que alguien me dijera…”
Este ejercicio no busca eliminar el miedo, sino darle voz. Nombrarlo es el primer paso para integrarlo.
¿Cómo transformar este miedo?
Sanar el miedo a la soledad implica:
- Reconectar contigo mismo/a desde un lugar compasivo.
- Reescribir la memoria: darte hoy lo que no recibiste antes.
- Practicar el silencio como refugio, no como castigo.
Porque cuando aprendemos a estar con nosotros mismos, la soledad deja de ser amenaza… y se vuelve hogar.
Para cerrar
La próxima vez que estés solo/a, en vez de correr al móvil o encender la televisión…
- Respira. Escucha. Pregúntate:
¿Qué parte de mí necesita ser vista ahora?
Y recuerda: estar solo/a no es lo mismo que estar vacío/a. Dentro de ti hay recursos, historia y luz.
Quizás, este miedo es solo una puerta que te invita a conocerte más.
¿Te gustaría recibir una meditación guiada para acompañar este proceso?
Déjame tu correo o escríbeme y te la envío encantada.
También puedes compartir en los comentarios:
¿Cómo vives tú la soledad? ¿Qué aprendiste de ella?😉
No hay comentarios:
Publicar un comentario